CONSAGRACION
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Muchas veces cuando se habla de consagración se relaciona y se restringe únicamente con el servicio a Dios, pero la consagración es mucho más que servicio a Dios. El servicio es uno de los fines para el cual somos consagrados, pero no la consagración misma.
El fin no debe ser confundido con el proceso. Cuando vemos en el servicio una vía para lograr la consagración a Dios, y no el propósito para el cual hemos sido consagrados por Dios, nuestro servicio a Dios se hace estéril e inefectivo, y corremos el riesgo de terminar por convertirnos en activistas religiosos. El orden es primero mi vida está consagrada a Dios y luego le sirvo.
Las personas consagradas a Dios tienen un compromiso delante de Dios por mantenerse en integridad. También manifiestan su consagración manteniéndose en obediencia a Dios.
Un ejemplo digno de imitar en consagración, obediencia y fidelidad a Dios es el profeta Daniel. Este profeta se mantuvo en ejercicio durante el reinado de cuatro reyes. Su fidelidad a Dios le gano en varias ocasiones poner su vida en peligro, pero nunca vaciló en sus convicciones. La historia de su vida nos enseña lo que se requiere de alguien que decide mantenerse fiel a Dios a pesar de las circunstancias adversas.
Daniel fue un creyente que vivió en medio de la contaminación, corrupción, intrigas y vicios de un reino pagano, sin embargo, su vida fue una clara demostración de la santidad, integridad, fidelidad y compromiso de una persona consagrada a Dios, y que impacto positivamente su entorno.
En Daniel observamos cinco (05) características o indicadores que acompañan a una persona en consagración que camina en integridad:
- Obediencia a Dios
- Actitud excelente
- Fidelidad en el desempeño de sus roles
- Pureza personal
- Caminar consecuente con Dios
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